Algunos creadores creemos que es igual de importante pensar en el contenido que en la manera en que lo vamos a hacer llegar. ¿Cómo se justifica tanto trabajo y recursos si no es con la socialización de las piezas? Por eso, desde que tuve la oportunidad de llevar mi trabajo a otras latitudes, he puesto un marcado interés en tratar de ampliar las sedes y fechas donde puedo presentarme, también he diversificado mi flujo creativo y he aprendido a esforzarme más para tratar de crecer la audiencia. Mi vena de no-músico me ha llevado a inventar estas giras, y seguramente influye en gran medida que tampoco separo en los viajes el negocio del placer. Una sola invitación siempre fue el pretexto perfecto para tratar de visitar otras ciudades o países.
Por eso no me ha costado trabajo tocar puertas para mostrar nuestro primer largometraje Matria. En la industria del cine nacional se tiene muy claro que el principal reto es la exhibición, pese a que hoy en día se producen más películas que durante la época de oro, solo el 15% llegan a ser exhibidas. Así que desde que Carlos Sarabia, Director de la Cineteca de Tijuana me invitó a presentar nuestra película, decidí que habría que aprovechar la ida al norte para tratar de llevar nuestro trabajo a más espacios, de otras ciudades, incluyendo las del gabacho. Después de casi dos meses de gestión, de contactar a los amigos y aliados de las zonas aledañas, de tocar puertas de museos, centros culturales, galerías, bares y restaurantes, estas fueron las oportunidades que logramos sumar:

Al primero que le mandé un whatsapp fue al gran Benito Molina, que cómo estaba ocupado grabando su programa de Master Chef me remitió para resolver cuestiones de logística con su adorable esposa, la querida Solange Muris. Gracias a Felipe Ehrenberg (QEPD) somos amigos de este maravilloso duo desde hace un par de años. Así que la primera apuesta fue tratar de inventar algo en Manzanilla, su aclamado restaurante en Ensenada. Sabiamente sumaron a la logística y producción del evento a la coreógrafa Daniela D’Acosta y a la jovial documentalista Daniela DAcosta. Primero pensé que si el pretexto original era la proyección de nuestra peli Matria, bien podríamos inventar una noche germano-mexicana llamada Heil Mexico! (¡Viva México!), cuyo concepto fueran los resultados de la especulativa mezcla de las dos culturas si los nazis hubieran invadido México en los 40’s. Propuse un par de ideas concretas en cuanto a comida: strudel de pitaya, frijoles charros con chucrut, pretzels enmolados y en cuanto a cocktelería podríamos inventar un trago con pulque, ya que dicen que a Hitler le gustaba. Todo servido por los meseros con una coreografía bavariana-norteña-californiana que obviamente mantuviera el acordeón como elemento principal.

Después de intercambiar ideas con todo el grupo y sobre todo de mediar la complicación de mi propuesta original, decidimos irnos por algo menos difícil, más alegre y relajado. Entre todos decidimos crear Un precioso domingo, lleno de maravillas y delicias para compartir. Siempre he pensado que es igual de complejo educar un paladar, que un oído o un ojo. Juntar productos exquisitos para su degustación en un mismo espacio siempre es una combinación ganadora. Esto lo han entendido los grandes complejos cinematográficos hasta el grado de tener ya diseñado su menú VIP por un famoso chef. La diferencia es que en este caso, los chefs de renombre sí están en la cocina y la comida sí tiene el cariño y cuidado que requiere para lucir. El resultado fue una delicia de experiencia que disfrutamos hasta el paroxismo. Literal. La convocatoria la manejaron personalizada a los comensales adictos al lugar, y casi lo llenamos. Por lo menos unas 50 personas pudieron disfrutar de nuestra música y película en un de-li-cio-so contexto.

Sabemos que en las salas de cine todo suena y se ve mejor, pero si somos conscientes de nuestro problema de falta de público. ¿Que pasaría si nos apoyamos en los bares, cantinas y restaurantes para promover el cine nacional? Buenos vinos, excelente comida y espectaculares historias. Promover una moda en estos establecimientos sería de gran ayuda para la formación de públicos. Proyecciones mensuales o quincenales sería un modelo ganas-ganas para todos. Claro que ya existen espacios que tienen integrada la formula comida + bebida + película en su DNA de negocio, como el exitoso Cine Tonalá que también nos acogió en Tijuana para presentar tres proyectos: el Taller relámpago de arte en video, una tocada de Mi Reyna y la proyección del corto en 16 mm hecho en colaboración con Gregorio Rocha: La Muerte de Videoman.

Adriana Trujillo, realizadora, gestora y socia del recinto, fue la que amablemente nos invitó a esta sede, la segunda parada dentro de esta gira por las Californias. El modelo del Cine Tonalá ha funcionado tan bien que se ha replicado más allá de las fronteras nacionales. La razón supongo es una suma de estos dos factores: la flexibilidad en la naturaleza de contenidos que presentan, y los alimentos y bebidas que seguramente ayudan en cuestiones de rentabilidad. Sin duda ayudaría tener más espacios como este en la escena cultural del país, que apuesten por contenidos de calidad desde la iniciativa privada. El gobierno en este rubro está rebasado, trata de cubrir las necesidades de programación a través de cineclubes y cinetecas, pero el número no es suficiente para contrarrestar la embestida yanky de contenidos basura que tanto nos gustan. Y ojo, aclaro, no todo lo que nos mandan es basura, pero el problema es que les consumimos TODO, y eso resta recursos y ventanas a la producción local. La analogía de los problemas de salud, sobrepeso y diabetes que tenemos gracias al consumo de los refrescos de cola del vecino del norte, ilustran muy bien está situación. El malinchismo indiscriminado de tantos años ha afectado nuestra salud y erosionado nuestra economía.

Pero ya hay iniciativas para contrarrestar estos males el próximo sexenio, se buscará multiplicar las cinetecas por todo el país, se incluiría la educación cinematográfica en las escuelas de educación básica para generar un público más conocedor y de criterio más amplio, y se buscará legislar a favor de nuestro cine. Sin duda ayudaría en este rubro revisar el Tratado de Libre Comercio, pero ese es un hueso más duro de roer e implicará más tiempo de gestión y cabildeo.
En la Cineteca de Tijuana tuvimos la oportunidad de dejar nuestra peli por una semana. La noche del estreno, con cuarenta y ocho personas sentadas en la sala, le dimos la bendición al recinto y partimos en un taxi a cruzar la frontera por San Ysidro. Ahí terminó Tijuana y nuestra experiencia por rifárnosla en México para crecer nuestro círculo de espectadores. Hasta ahí jugamos en casa, como locales, con las reglas que conocemos y los factores que dominamos o padecemos. Lo que viene a continuación implica otro círculo de aprendizaje.
Lo primera escala relámpago fue con la fotógrafa Alexandra Borbolla, junto con su familia nos acercamos a la Comic Con de San Diego. Cincuenta mil frikys disfrazados de sus personajes favoritos asisten por día a esta convención. La ciudad se para y uno recuerda que una película (o una historieta), no solo son una película (o una historieta). Dicen que la frontera con USA es territorio recuperado, pero no veo a ninguno de sus asistentes vestidos de Chanoc o Kaliman. El costo por entrada es de unos $50 dólares aproximadamente, si asistes toda la convención en promedio cada persona gasta unos $1,500 dólares. Eso sin contar comidas ni bebidas. Según la prensa local el impacto es de $140 millones de dólares. Es decir, en cuatro días se mueve en esa ciudad la misma cantidad de dinero que se invierte en México al año en obra pública. Ante estos números uno entiende los intereses y la complejidad en este fenómeno de la explotación comercial de un producto cultural. Es pertinente estudiar y entender su avasallante modelo de comercialización, ya sea para saber como frenarlo, o para replicarlo y aprovecharlo a favor. Así es, mi naturaleza sateluca de amor-odio a los gringos se dibuja mejor en la frontera.

Nuestra primera proyección en los iunaitets fue en Los Ángeles y la conseguimos gracias al cineasta y curador Jesse Lerner, entrañable amigo y aliado de muchísimos realizadores mexas. Nos consiguió proyectar en The Egyptian Theater en una pequeña pero coqueta sala nombrada en honor al padre de ET y Tiburón. Se proyectó en el marco de Los Angeles FilmForum, la organización al sur de California más importante en difundir cine independiente, experimental y progresivo. Cuarenta y tres años formando público y tan solo logramos meter en la sala a quince personas. Esto me hace pensar que el reto está en todas partes y es para todos los que hacemos producciones independientes y que apostamos en promover otro punto de vista. Fue muy interesante la sesión de preguntas y respuestas, saqué chispas por más de una hora con una profesora de cine de Calarts a la que le incomodó el título de mi película. En esas situaciones de salas con poca gente siempre recuerdo la escena de 24 hours party people donde los Sex Pistols dan una tocada ante una decena de personas, ya que todos los asistentes son importantes protagonistas dentro de la escena local. Dado que desconozco el perfil de los que asistieron, no puedo certificar que sea esta una metáfora correcta, pero al menos nos queda la ilusión de que así pudo ser. Siempre nos quedará la duda, y eso nutre la esperanza. ¿Quiénes somos nosotros para juzgar las ilusiones en torno a nuestro optimismo inflado? Si fuéramos pesimistas, no nos esforzaríamos tanto.
La última parada para presentar nuestra película fue en San Francisco. Fuimos apadrinados por el mítico Guillermo Gómez-Peña, performancero chicano jijo de su Santa María la Rivera y San Pancho. Indocumexa irreverente con el que he compartido algunas batallas en otras latitudes y a quien le agradecemos infinitamente que haya convencido al Mission Cultural Center for Latino Arts de que les hacía falta proyectar una peli de charros contra nazis, así como escuchar una tocada de los Mi Reyna intervenida por La Pocha-Nostra. De todas las sedes fue la que más se tomó en serio la difusión del evento. Diseñaron más carteles, compartieron más invitaciones en redes sociales, etc. Tuvimos dos fechas, en la primera no tuvimos tanta gente, la teoría del Mad-Mex es que el racismo de Donald Trump ha permeado en el gusto de los locales. También influye que la configuración de la población ha cambiado, al parecer el porcentajes de latinos que vivían en la ciudad de San Francisco ha disminuido por la gentrificación empujada por los techies (jóvenes fanáticos de la tecnología que llegan con salarios desorbitares). La segunda proyección tuvo un lleno total gracias a que nos echó la mano Gómez-Peña crasheando el evento con toda su tropa loca. Gracias a la ayuda de la pintora-diseñadora-performancera Mara Hernández y el escultor Alejandro Meza logramos sacar todo a flote y de la mejor de la manera.

En San Francisco vimos varios cines antiguos rescatados, con sus preciosas marquesinas y neones anunciando su programación, por supuesto ofrecían más cosas: Festivales de arte electrónico, restaurantes con peli incluida, o teatro e improvisación a la carta. Recordemos que el cine no es solo una historia de 120 minutos, es una experiencia que incluye más sentidos. A veces la aventura comienza por desplazarse entre la ciudad, saludar a los vecinos y terminar cenando para comentar la historia recién digerida.
Cerramos descansando un par de días en Los Ángeles, en compañía de un amigo ex-distribuidor de Magnolia que encontró en la carpintería un motivo más fascinante para levantarse todos los días. También tuvimos una breve junta con nuestro amigo el productor Alex Flores de Shoreline Entertainment para ver si logramos levantar una película en conjunto. Después de casi tres semanas de trabajo en cuatro ciudades, logramos sumarle más de 250 espectadores a nuestra película. Un número risible si nos comparamos con las asombrosas estadísticas de una película mínimamente rentable en cartelera. Esta breve gira la organizamos entre amigos, sin el apoyo de distribuidoras profesionales o instituciones, ellos tienen su agenda muy saturada como para difundir una producción de hace cuatro años. ¿Y porqué la necedad entonces? Primero porqué creo firmemente que las buenas historias no caducan, segundo, porqué si queremos cambiar el contexto vamos a tener que picar piedra entre todos: productores y espectadores, y tercero porqué no fue tiempo perdido, ganamos experiencia mientras vacacionamos, conocimos otros modelos de exhibición cinematográfica y disfrutamos departiendo con el gremio de otras latitudes.
Nuestra última carta en esta búsqueda de audiencia es subirla a una plataforma en línea, ya estamos en pláticas con Amazon y FilminLatino. Después de esto será más fácil que la gente la pueda ver y podremos enfocarnos en otros problemas, como encontrar un modelo de retribución más sano entre los que apuestan con los contenidos y quienes los distribuyen. La desventaja de producir y no recuperar va mermando en la pluralidad de voces locales que podemos escuchar. Ese es otro gran pendiente en nuestra ecuación local.
Escribo este texto para compartir nuestra experiencia, para contagiar las ganas de solucionar un problema específico, como realizadores necesitamos empujar más, y como público podemos demandar otros contenidos y apoyar con nuestra entrada pelis de calidad. Hoy 15 de agosto la Secretaria de Gobernación ha instaurado el Día Nacional del Cine Mexicano. México es uno de los veinte países con mayor producción de películas en el mundo y el cine forma parte importante de nuestra economía: “En 2016 se produjeron 162 películas y más de 30 de millones de espectadores acudieron a las salas a ver cine nacional.” Según Jorge Sánchez, director de IMCINE esta iniciativa surgió como una forma de proteger, impulsar y reforzar a nuestra industria cinematográfica. No le demos muchas vueltas, el principal problema del cine en México somos los mexicanos, y la principal solución también somos los mexicanos. Somos parte del problema y de la solución, la pregunta es qué tan consiente estamos de nuestra postura y de la incidencia de está en el contexto nacional. Consumidores ya somos, consumidores inteligentes y matrióticos podríamos ser un poco más.
Fernando Llanos
15 de agosto del 2018 desde la bella Morelia en Michoacán, México.
